es una de las más grandes y esperadas fiestas de nuestra Iglesia
pero hay que recordar, que la Navidad, no es comprar regalos, embriagarse y dejarse en un estado deprimente; no es la cena y vivir un día en "armonía".
Este es un día para celebrar que nos ha llegado el Salvador, que se ha hecho carne y que habita entre nosotros de eso se trata.
Ahora que estamos finalizando el tiempo de Adviento, debemos preguntarnos
¿Estamos preparados para recibir al Niñito Jesús en nuestros corazones?
Hay que decir que no es fácil. No lo es. Pero no es imposible. Es difícil dejar de lado el consumismo, si todos los días nos bombardean con eso en los medios de comunición, en cada esquina que miramos, en todos lados, toda persona se preocupa por comprar.
Pero, hermanos, los exhortamos a sentir aquel cariño, entrega y amor de nuestro Señor, que quiere quedarse en nuestros corazones, solo quiere un pequeño espacio para nacer ahí; él se encargará de ayudarnos a limpiar todo aquello que no es de utilidad en nuestras vidas.
El saludo del Ángel Gabriel: "Alégrate, llena de Gracia". La anunciación de que María iba a ser la nueva Arca de la Alianza, al ser ella la portadora de la Palabra hecha carne, Jesús."
Hermanos, debemos hacer un examen de conciencia, en el cual, demos paso a la Verdad, que hoy quiere habitar entre nosotros, no le neguemos nada a ese pequeñito que solo busca darnos la felicidad verdadera; qué quiere hacernos ver que somos hijos amados de Dios, qué por ello nos manda a su Unigénito Hijo a salvarnos de las tinieblas del pecado.
Para finalizar este post, tomaremos una referencia San Francisco de Asís:
"Francisco era un enamorado de la navidad. Estando en Greccio para la Navidad de 1223, Francisco dijo a uno de sus amigos, Juan Vellita: "Este año, quiero celebrar contigo la Navidad en la Gruta de las Rosas. Coloca un pesebre lleno de paja, busca un buey y un burro. Es preciso que sea como Belén." Así lo hizo Juan y toda la gente de la cuidad fue a la Misa de Medianoche que daba la impresión de estar a pleno día.
La leyenda cuenta que, de repente, Juan Vellita vio a un niñito acostado en el pesebre. Parecía que estaba dormido. Francisco se acercó, tomó tiernamente al niñito e sus brazos, el niño despertó, sonrió a Francisco, acarició sus mejillas y tomó su barba con sus manitas. Entonces, Juan entendió que Jesús había estado dormido en los corazones de la gente y que Francisco lo había despertado con la ternura de su amor."